Durante su cautiverio, Cesar pensaba en escapar y no dejaba de pedir su libertad. En la casa en la que estaba preso Cesar le rezaba todas las noches a la imagen que ahora traía consigo pidiéndole su libertad y fortaleciendo su fe. Tanto era así, que juró pasar el resto de su vida ayudando a los apestados si al final conseguía ser libre.
Una noche, mientras dormía, Cesar escucho una voz que le dijo que se dirigiese a la playa, donde encontró un bote. Cual fue su sorpresa cuando, al subir, se encontró allí la imagen del Cristo al que tanto le había pedido por su libertad. Se dirigió a un barco que estaba algo alejado de la costa y este lo recogió y pusieron rumbo a España.
Por todo lo ocurrido durante su cautiverio y por haber hecho voto de ayuda a los apestados, Cesar volvió al barco a por la imagen porque pensó que le podría salvar de la terrible enfermedad y entonces se obró el milagro… Desde el momento en el que la imagen tocó tierra, la peste desapareció de tal forma que ya no hubo ningún nuevo afectado, ni defunción alguna de los que ya tenían la enfermedad.